martes, 30 de noviembre de 2010

Reseña de la novela "Farenheit 451"


FAHRENHEIT 451

Esta novela, seguramente la más conocida de Ray Bradbury, plantea la inquietante fábula de un mundo futuro, tan perfecto que en él todos los individuos son absolutamente iguales. Dicha igualdad se ha obtenido logrando que todos piensen lo mismo, con la televisión convertida en difusora de consignas oficiales y subproductos de evasión (no pensemos mal..., sólo es una hipótesis de futurible). Por supuesto en esta sociedad, paraíso donde los haya para la clase política, leer va contra la ley y los libros están prohibidos. ¿Por qué? Porque desatan la imaginación e incitan a las personas a “ser” de modos muy distintos, con lo que se salen de la cívica igualdad proclamada por el Estado... ¡Ah, los libros! ¡Qué reaccionarios...!
Aquellos elementos antisociales que desafían a papá Estado, que ocultan libros en sus casas y que, en el colmo del individualismo egoísta, hasta los leen, son perseguidos por el Cuerpo de Bomberos, que ahora son policías/inquisidores dedicados a la quema de libros (el título de la novela hace referencia a la temperatura a la cual arde el papel). Pero la lectura es un vicio muy arraigado: existe toda una red clandestina de tipógrafos, de profesores que explican en pequeñas células subversivas, y hasta hay “hombres-libro”, personas que han aprendido de memoria alguna obra maestra a fin de salvarla de la destrucción física de los libros.
Además, la lectura es tremendamente corrosiva (con razón el Estado la ha proscrito), pues penetra hasta en el espíritu de los esbirros que la combaten. No sólo es Montag, el bombero protagonista, que un día cede a un impulso y salva un libro en una de sus misiones, libro que lee ocultamente en casa para quedar ya irremediablemente cogido en el vicio; es sobre todo Beatty, el capitán de los bomberos, fanático partidario de la doctrina del gobierno, que destroza con inmensa erudición, a golpe de citas certeras, todos los movimientos literarios y filosóficos, sin que se salve uno... Antagonista formidable para Montag, es obvio, pero la duda surge de inmediato: ¿cómo ha podido el jefe de los represores llegar a tener una cultura tan apabullante para utilizarla contra la propia cultura, de no ser porque él lo haya leído también todo? ¿No habrá hecho lo mismo que Montag –robar libros–, sólo que a mayor escala? Y en tal caso, ¿cómo estar seguros de que él no sea también un disidente, sólo que disimula mucho mejor?
Lo de menos aquí ya es quiénes sean los buenos y quiénes los malos (nada es seguro), y por supuesto si la subversión logrará o no derrocar al totalitarismo televisivo y ágrafo (uffff..., no olvidemos que sólo es una fábula). Queda la semilla plantada de que la lectura vacuna contra toda tiranía, porque los libros nos permiten dialogar con los espíritus más excelsos que ha dado nuestra especie. Resulta imposible no acordarse de aquellos versos memorables de Quevedo: “Retirado en la paz de estos desiertos, / con pocos pero doctos libros juntos, / vivo en conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos.”
O, más cercano a nosotros, el chiste magistral que el filósofo/humorista Máximo publicó hace años en El País: dos habitaciones enfrentadas dentro de la misma vivienda; en una, bajo el rótulo cuarto de estar, la salita con la tele; en la otra, nominada cuarto de ser, estanterías con libros.

Reseña de la película "El nombre de la rosa"

EL NOMBRE DE LA ROSA

La película, basada en el best seller homónimo de Umberto Eco, sobradamente conocido, aborda con notable acierto el problema que plantea la existencia de tres planos en la obra original: el argumento policiaco, con un asesino y un detective que debe descubrirlo; el relato histórico, es decir, el situar personajes y hechos ficticios junto con otros reales y en un contexto del pasado (en este caso, una abadía cluniacense del siglo XIV); y la tesis filosófica, más concretamente nominalista, que se resume en el título y plantea la futilidad de la esencia de las cosas: la realidad son sólo los libros que hablan de ella, el mundo (conjunto de entes) es pues una biblioteca (conjunto de libros) y el apocalipsis cósmico viene a ser la destrucción de ésta, tras de lo cual sólo queda el nombre, pálido reflejo de la cosa pero lo único a lo que ya podemos acceder.
Ardua cuestión suponía adaptar a la pantalla grande un texto tan complejo. ¿Cómo traducir en imágenes su riqueza estructural sin provocar el aburrimiento del espectador medio? Yendo por el único camino posible: centrarse en la historia de crímenes, que borda Sean Connery (genial en su papel de fraile detective, lleno de matices, mucho más que un James Bond con hábitos), reducir a lo mínimo el documental histórico sobre la Edad Media (aun así la ambientación es prodigiosa, con una abadía feudal sublime a la vez que sórdida) y eliminar del todo el trasfondo filosófico (“veneno para la taquilla”), pero no sin realizar una pirueta que permite mantener el título original, gancho para el gran público.
La película respeta, por otro lado, el mensaje de amor a los libros que Umberto Eco, profesor universitario, difunde a raudales en su novela. En un mundo bajomedieval, basado en la explotación de los humildes y la represión del pensamiento, con un buen catálogo de vicios anidando entre hombres teóricamente santos, la gigantesca biblioteca monacal es un faro de luz, paraíso accesible sólo a los elegidos, clave para entender el universo. No por casualidad detective y asesino son dos hombres cultísimos, que se admiran mientras se tienden trampas a través de corredores atestados de anaqueles con títulos inimaginables. Tampoco es casual que, cuando la biblioteca comienza a arder, fray Guillermo (Sean Connery) le diga a su novicio ayudante: “¡No te preocupes por mí! ¡Salva los libros!” Por supuesto que éste no le obedece, pero... qué hermoso mandato.
En fin, la película cumple con creces lo que debe pedirse a todo film basado en una obra escrita: no decepcionar a quienes ya conocieran ésta, pese a no tener más remedio que mutilarla, e incitar a leerla a los que aún no lo hayan hecho. Que así sea.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El Quijote interactivo

El Quijote interactivo es un proyecto que permite un acercamiento innovador a la primera edición de la obra cumbre de Cervantes, conservada en los fondos de la Biblioteca Nacional de España. Gracias a esta iniciativa es posible disfrutar del Quijote como si tuviera el libro en sus manos, al tiempo que se puede acceder a contenidos multimedia que ayudan a contextualizar la obra.

Se ha partido de la digitalización a muy alta calidad de los ejemplares que conserva la BNE de la primera edición del Quijote: la de Madrid de 1605 y la de Madrid de 1615; alrededor de esta nueva digitalización se ha construido un portal interactivo al que se han incorporado mapas, ilustraciones, grabados y otros contenidos procedentes de 43 ediciones distintas del Quijote y de otras 21 obras más, todas pertenecientes a la BNE. 

A continuación os mostramos un vídeo promocional:






No lo dudas: COMIENZA A LEERLO

Para saber más
  Página web del Quijote interactivo

jueves, 11 de noviembre de 2010

Radiolibros


Los radiolibros son relatos de autores holandeses y flamencos, escritos y leídos por encargo de  la casa flamenco-holandesa deBuren. Se trata de narraciones nuevas, escritas especialmente para ser escuchadas y que no se publicarán en papel. Los radiolibros duran entre 20 y 30 minutos. Los autores leen sus obras para el público una única vez. Acto seguido, se emiten por radio y se difunden por internet, donde pueden escucharse o descargarse de forma completamente gratuita. 
Pueden escucharse en español, francés, inglés u holandés.
Los radiolibros, dicen sus autores, "constituyen un producto nostálgico para los tiempos que corren. Una nueva técnica de distribución, a través de la red de redes, se acopla así a una de nuestras más viejas tradiciones: el contar historias"
 Pulsa aquí para ver los autores disponibles.



Comienza a escuchar alguno utilizando el original reproductor de la web:



Web original: radiolibros

lunes, 8 de noviembre de 2010

Recomendamos... "Riña de gatos" de Eduardo Mendoza

Un inglés llamado Anthony Whitelands llega a bordo de un tren al Madrid convulso de la primavera de 1936. Deberá autenticar un cuadro desconocido, perteneciente a un amigo de José Antonio Primo de Rivera, cuyo valor económico puede resultar determinante para favorecer un cambio político crucial en la Historia de España. Turbulentos amores con mujeres de distintas clases sociales distraen al crítico de arte sin darle tiempo a calibrar cómo se van multiplicando sus perseguidores: policías, diplomáticos, políticos y espías, en una atmósfera de conspiración y de algarada.
Las excepcionales dotes narrativas de Eduardo Mendoza combinan a la perfección la gravedad de los sucesos narrados con la presencia, muy sutil, de su conocido sentido del humor, ya que toda tragedia es también parte de la comedia humana.


Más...

martes, 2 de noviembre de 2010

Concurso de blogs: ¿Cómo incluir un contador de visitas?

Uno de los requisitos establecidos en el concurso es el de instalar un "contador de visitas". ¿Cómo podéis hacerlo en Blogger?
 Debes seguir los siguientes pasos: 
1) Elige la pestaña de "Diseño"
2) En la posición que elijas, pulsa "Añadir gadget"
3) Elige el Gadget "Estadísticas del blog"


4) Ahora elige el tipo de contador que deseas y pulsa (+) para añadirlo al blog.
Vals de los enamorados
y unidos hasta siempre

No salieron jamás
del vergel del abrazo.
y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.

Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes.
Y los rígidos rayos.

Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron:
pero siempre abrazados.

Cancionero y romancero de ausencias, Miguel Hernández