"...una vez me quedé varada varios días en un pueblecito de la India sin nada que leer: aún lo recuerdo con gran desasosiego. En fin, no sé vivir sin ellos. Sin los libros. Soy como la conmovedora anciana en la portada de este libro. Es una foto de André Kertész del asilo de Beaune (Francia) en 1929; así que la viejecita es una asilada, está sola en el mundo, probablemente enferma, es pobre y se encuentra cercada por la muerte. Y, sin embargo, ¡qué invulnerable se la ve, protegida por el hechizo de la lectura! Creo que, desde los cuatro años, todos los días he leído algo, siquiera un par de líneas. Los libros son la presencia más constante de mi existencia. Mi mayor apoyo. En muchos sentidos, el amor de mi vida."
Así justifica Rosa Montero su última novela, una recopilación de artículos aparecidos en "El País", periódico en el que escribe desde hace años y con el que forma ya un binomio inseparable para sus seguidores.
Los lectores "de autor" no son nunca los mejores críticos. Su juicio está empañado por la admiración, el respeto y los sentimientos que la lectura de sus novelas ha suscitado. Son parte y, por lo tanto, no pueden ser juez.
Algo, sin embargo, podemos decir de Rosa Montero. Podemos hablar de su mirada. Es una metáfora de su obra: directa, limpia, entendible, cercana, sentida. Así la leemos algunos desde hace tiempo.
Desde estas breves líneas, os invitamos a conocer su obra a través de la lectura de las primeras páginas que la autora ha colgado en Internet de ésta y de su anterior novela, "Lágrimas en la lluvia".
Ahora que el curso va acercándose a su final, comienza el tiempo de ir pensando en las lecturas de verano, una época "para las bicicletas" y para los libros más amigos. Esta es una primera propuesta. Vendrán más.
Lagrimas en la lluvia
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