El profesor Calvillo nos propuso una especie de "juego" para comenzar la discusión. Sabedor de que detrás de todo aprendizaje se halla la curiosidad y el interés por descubrir, Miguel nos pasó un sobre cerrado sin añadir nada más. Evidentemente, tras un momento de sorpresa y duda, lo abrimos. En su interior unas tarjetas que contenían unas frases o palabras sueltas. Barajamos estas tarjetas y comenzamos a leer...
Menuda palabra. Poco a poco fuimos desgranando su significado y, de él, algunas connotaciones. De entrada el término se refiere a la reflexión sobre los mecanismos por los cuales uno aprende. Estábamos de acuerdo en que es imprescindible ser capaces de conocernos a nosotros mismos para saber cuándo hemos aprendido y cuándo no. Esa reflexión sobre uno mismo que es, a la vez, una tremenda exigencia personal pues requiere una autonomía previa que muchas veces no es entrenada en nuestro sistema educativo. Destacaba Miguel que este proceso ha de ser "modelizado", es decir, ejemplificado por el profesor para que el alumno pueda imitarlo. En este sentido nos proponía como recurso para fomentar este aspecto, los talleres de lectura, en los cuales se podría invitar a personas -no necesariamente expertos- que dieran su testimonio de qué les ha sugerido, qué les ha hecho sentir la lectura de un libro.
Porque leer es, ante todo, emoción y sentimiento. También observamos que esta valoración de una determinada lectura se establece siempre por comparación con otras referencias, sean éstas las del propio lector o las del colectivo en que se desenvuelve: "este libro me ha gustado más que ...."
Pasamos revista a algunos fenómenos como la saga de "Harry Potter" o "Crepúsculo", literalmente devorados por nuestros alumnos, pese a sus extensiones, y destacamos ese aspecto social de la lectura, ese sentimiento de pertenencia a un grupo con el que se comparten ciertos códigos. Nuestros alumnos suelen ser muy radicales, por ello, cuando se les pregunta por una determinada lectura: o es fabulosa o no vale nada. Todo depende de qué represente, en términos generales, esa lectura para el grupo.
Suena como "dar de comer" y es ésta una métafora preciosa cuando se aplica a la lectura: leer tan necesitado como comer. ¿Comer de todo? ¿Comer sólo cuando se quiere? ¿Comer para mantener la salud?
Su punto de vista era que había que leer pues, al igual que un padre no le pregunta a un hijo cuándo quiere comer, debiera incluirse la lectura sin discusión en el "menú" escolar. Cosa distinta es encontrar el equilibrio entre la lectura obligada -lectura académica, impuesta por el curricular- y la lectura deseada. Pero, en cualquier caso, hay que crear la necesidad de leer. El profesor-que-fomenta-la-lectura ha de actuar con responsabilidad y profesional: hay que leer y es también responsabilidad suya crear esa necesidad y esos espacios para la lectura. Insiste Miguel en que el profesor-autoridad (no autoritario) tiene que cuidarse, para perserverar en el intento. Ha de alimentar su autoestima y su autoconfianza en que, pese a que el camino sea duro, ese sendero es el adecuado,
Destacamos también la enorme importancia familiar en el desarrollo de un hábito lector. El camino a la lectura se recorre de la mano de la emoción y la afectividad. Es importante elegir bien los libros y potenciar dos aspectos:
- Por un lado la lectura tutelada y compartida: no abandonar al alumno "a su suerte" ante un determinado libro. Es mucho más eficaz y se extrae mucho más cuando una lectura es analizada en un entorno grupal, descubriéndose aspectos que uno sólo no es capaz de encontrar.
- Por otro una idea muy interesante:; "las bibliotecas para la inmensa minoría", en la que los más desfavorecidos puedan ser "salvados por la lectura". En este sentido se destacaron algunos libros que se usan en la iniciación a la lectura desde el departamento de Lengua y Literatura del instituto que abordan personajes clásicos con un formato que los hace asequibles y atractivos para los alumnos.
Pero vivimos en una sociedad contradictoria, que no alimenta el reposo y el silencio como marco imprescindible para la lectura pero que manifiesta su ansia lectora devorando best-sellers, transformando un vagón de metro en improvisada pero cotidiana sala de lectura.
En el análisis de la evolución de la afición y capacitación lectora destacó Miguel Calvillo que un lector parte, habitualmente, de un nivel medio y desde ahí va evolucionando. Comentaba, como ejemplo, que aunque se le pusieran a un alumno de Secundaria cuentos infantiles como lecturas, no los elegiría pese a que se correspondieran mejor con su nivel como lector. Porque como se destacaba antes, el lector lee en un grupo y "eres también frente a los demás, lo que lees". La identidad del individuo se "delata" por el tipo de lectura.
Se le preguntó por el valor del cómic como recurso de lectura y, si bien destacó algunos como "Maus" -que por cierto es una lectura propuesta este año por el departamento de Ciencias Sociales- del que algunos opinan que es la obra maestra de este siglo en este formato, también señaló que los lectores de cómics suelen ser lectores avanzados y que es preciso un trabajo de acompañamiento en estas lecturas.
Otras fuentes "peculiares" fueron señaladas por algunos como las versiones paródicas de textos clásicos: "Lazarillo Z" (Lazarillo Zombi) o "Orgullo y Prejuicio" (también zombi). Algunos caminos son algo tortuosos pero el lector manifiesta su personalidad y desarrolla también su libertad y sentido crítico a través de la lectura.
Lo importante es generar y alimentar el hábito lector: Aristóteles pensaba que "La excelencia no es un acto, sino un hábito" como nos recordó Ángeles.
¿Entonces qué? Disfrutar, ir más allá, aprender a aprender.... PENSAR.
Leer es una aventura, es descubrimiento. Recordábamos cuando de pequeños aprendíamos nuestras primeras palabras y pedíamos a nuestros padres que nos dijera qué ponía el letrero de la caja de galletas, del letrero de la calle.
¿Si la infancia está llena de ese espíritu aventurero, qué pasa en la adolescencia? De repente parecen perderse esas cualidades, esa ilusión que, sin embargo, siguen ahí , atrapadas en un cuerpo que se metamorfosea y que hay que tratar de hacer que afloren.
En esta misión se planteaban otras fuentes inspiradoras del "espíritu lector": el cine, la música, el arte.
Los proyectos didácticos, una línea en la que nuestro instituto es claramente paradigmático, suponen la oportunidad de crear situaciones de aprendizaje en las que la lectura se convierte en un instrumento al servicio de la obtención de información y canaliza una experiencia llena de emoción, de trabajo compartido, de auténtico descubrimiento... de vivencias.
Tras los proyectos hay "mucha lectura", "mucho aprendizaje": se aprende -¿se enseña?- a trabajar en equipo, a programar el trabajo, a discutir y criticar los resultados buscando la mejora, a trabajar para los demás... todo ello de forma, decía Jesús, "premeditada", programada.
Se integran saberes, se recrea una institución educativa con un objetivo común, con una voluntad de coordinación.
Para estos proyectos señalaba el ponente hay que ofrecer un modelo que oriente cómo ha de hacerse la tarea. En un proyecto se aunan lectura, escritura, exposición pública...
También hubo espacio para discutir, al hilo de lo anterior, cómo han de ser nuestras bibliotecas. Decía Calvillo que las bibliotecas "no se han de literaturizar". En ellas debe caber todo tipo de lecturas, de todas las materias, de todas las sensibilidades. Sólo así puede ser inspiradora de inquietudes diversas y conectar con la realidad múltiple que es la vida.
La principal fuente de ·"instigación lectora" es el "boca a boca". Se habló de la "enfermedad de la lectura" que se contagia por vía oral. Es importante buscar las oportunidades para dar testominio de lo que se lee, intercambiar la experiencia personal, comentar en grupo una lectura. Eso promueve también un cambio en la forma de leer, en el disfrute de la propia lectura.
Una idea extraña pero que todos compartimos. Hay que ocupar el espacio y aprovechar la visión publicitaria para difundir las lecturas existentes en los centros y difundir el ánimo lector de una comunidad educativa. Expositores, boletines, exposiciones temáticas y puertas no cerradas en las bibliotecas escolares fueron algunas ideas que afloraron.
También se acudió al humor como vehículo estimulador de la lectura, quitando seriedad a algo que está lleno de emoción y disfrute, pero que ha quedado atrapado por sesudos intentos de trascentalizar la lectura.
Como si estuviéramos en "El Corte Inglés", decía, lleno de gentes que pasean y parecen "no comprar" pero... ¿alguien duda que este establecimiento tenga beneficios?. Así han de ser nuestras bibliotecas, llenas de paseantes que quizá acaben encontrando su "libro gemelo", ese complemento temporal que le acompañará en el disfrute y en el sentimiento y que forma parte de nuestra esencia como seres humanos.
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